Contemplar la magnitud del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, me ha impresionado muchísimo. Desde que entre hasta que salí del mismo. No tenía ganas de irme de allí.
Contrariamente a lo que pudiese parecer, no me impactó en ese rinconcito espiritual que (quien más quien menos) a veces todos sacamos a relucir, no. Lo que me chocó fue la capacidad que un ser humano puede llegar a sacar a relucir cuando tiene un objetivo.
Tener como objetivo el tener un objetivo.
Ser constante teniendo constancia.
Objetivo y constancia, sazonado con ciertas aptitudes, y el mundo estará a tus pies.