Un día te levantas, y tienes ganas de ir a un circuito de karts. Y te vas a un Carlos Sainz Center, esas estupendas instalaciones que abrió TratadearranCarlos Sainz un día desconocido al menos para mi de algún año que si recuerdo, ahora mismo no caigo.
Yo fuí al centro situado en la calle Sepulveda (d'aquí de Madrí). Cuando llegas, dudas por un momento si cruzar el umbral o no. Al menos lo haces si tu circulo de amistades no te conoce como El Turbinas o La Vane (o similares).
Pero aún así, entras. Y para tu sorpresa... aquello está lleno de Turbinas y Vanes. También de algún tipo con indumentaria de salir a correr (de manera deportiva, no porque lleve ropa tan fea que te den ganas de salir a correr, que también los hay, aunque en la misma proporción que en la Vida Real). Y alguna que otra persona normal. O al menos todo lo normal que puedes llegar a ser cuando vas a uno de estos sitios (y ojo, me estoy incluyendo).
La experiencia creo que trata de humillarte desde un principio. Desde tener que darte de alta como piloto metiendo todos tus datos personales a la vista de todo el mundo en unas pantallas táctiles que si la LOPD se aplicase en la Vida Real, deberían ser catalogados como armas de destrucción masiva por lo menos, con foto de webcam incluida. Debería estar penado eso de verte obligado a que te saquen una foto de webcam para hacerte socio de NADA, los resultados obtenidos con esas cámaras tienen similares características a las fotos de carnet que te sacas para renovar el DNI.
Por no hablar de esos ridículos monos que te dan para ponerte. Y la capucha de polipropileno, nadie puede resultar elegante con una mierda de esas en la cabeza. Seguro que Barney Stinson tampoco.
¿Y que me dices de la sensación de ser absolutamente subnormal porque no sabes que tienes que hacer en cada momento? Hasta que dices... "Espera un segundo... ¿No debería haber alguien indicando al personal que hay que hacer todo el rato?" Parece que los Turbinas y las Vanes saben perfectamente que tienen que hacer en cada momento en éstos recintos, al igual una una cría de caballo aprende a trotar desde prácticamente el momento de su nacimiento. Algo digno de estudio de algún antropólogo borracho.
Es también humillante ver como te adelanta ahí todo Dios, aunque saques a relucir tu lado mas salvaje y agresivo en cuanto a conducción. Pero supongo que eso está más bien relacionado con que no llevas gasolina de 98 octanos fluyendo por tus venas.
El único efecto adverso que he podido comprobar de ir a éste sitio, es que al salir del recinto, te entran unas ganas enormes de comprarte un Scooter, potenciarlo y recortarle el escape. Pero a los 3 minutos se pasan.
Aun así, y teniendo en cuenta todo lo antes mencionado, es una actividad muy entretenida. Se la recomiendo a todos mis enemigos, y a algunos de mis amigos (que no se si me queda alguno a estas alturas del partido.
Nivel de Recomendabilidad: **** (sobre 5)
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