Como aquella vez que el Lelans se cargó a puñetazos a su Pitbull, porque mordió a su abuela y creía que se había vuelto loco.
O como esa baza en la que acabaron cortando la carretera y nadie pitaba, mientras se partian la cara con los negros aquellos, por ver de quien cojones era el taxi.
O como ocasión en la que el Guri le metió un palazo al gato y salio volando la cabeza.
La vez que el coche del Nika salio volando, y salto por encima del puente, y solo podian decir: Joder que hostia nos hemos dao.
Aquella ocasion en la que el pimpin ese del barrio de la estrella vino a cobrar su deuda de drogas, con un negro enorme, y el Lelans le reventó en un pis pas y se volvio al banco a seguir fumando porros.
O esa vez en la que os dieron a elegir entre pollo o conejo, y elegiste pollo. Y te pusieron uno vivo en la mano y te dijeron: venga, ahí tienes tu comida de hoy.
O cuando entraron a la luna y se encontraron a la Francine Galvez con un ciego de farlopa de la hostia, buscando por el suelo sus lentillas.
Hay tantas historias tremendas. Tantas aventuras. Que me cuentan como normales. Y que yo no he vivido, hostias, ni de lejos. Y es injusto.
Yo querría tener historietas de esas.
Por supuesto, seria el mayor de los abuelos cebolleta.
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Escuchando: NamNamBulu - transcending
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2 comentarios:
a mi me gustaría tener menos historias de esas.
con esas historias a veces lo pasas mal... pero te sierven para reirte un tiempo despues....
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